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Análisis: Millones de estadounidenses podrían sufrir si la crisis de la deuda no se resuelve en los próximos 30 días

Análisis: Millones de estadounidenses podrían sufrir si la crisis de la deuda no se resuelve en los próximos 30 días
Los puestos de trabajo, los beneficios y la seguridad financiera de millones de estadounidenses podrían empezar a desaparecer en menos de un mes, ya que la Cámara de Representantes republicana aprovecha un enfrentamiento por la deuda para tratar de forzar grandes recortes de gastos al presidente Joe Biden.
La secretaria del Tesoro, Janet Yellen, advirtió este lunes que el Gobierno estadounidense podría quedarse sin dinero para pagar sus obligaciones el 1 de junio, a menos que el Congreso aumente su capacidad de endeudamiento. De no hacerlo, podría desencadenarse una catástrofe financiera nacional e internacional.
Yellen le escribió al presidente de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, que si el Congreso no actuaba, causaría "graves dificultades a las familias estadounidenses, perjudicaría nuestra posición de liderazgo mundial y plantearía dudas sobre nuestra capacidad para defender nuestros intereses de seguridad nacional". Los expertos advirtieron de una posible crisis de la magnitud del colapso financiero de 2008, con la amenaza de que no se pagarán las prestaciones a veteranos y ancianos, y de que se paralizarán la financiación militar y programas gubernamentales vitales.
Su carta ha convertido rápidamente lo que durante semanas ha sido una amenaza teórica de impago en algún momento de este verano boreal en una pesadilla en tiempo real con un plazo inminente, dejando poco tiempo a McCarthy y Biden para encontrar una forma de salvar la economía. Biden invitó a los líderes del Congreso a la Casa Blanca la semana próxima para hablar de la crisis. El futuro político tanto del presidente demócrata como del portavoz republicano puede depender de que ganen el enfrentamiento, y no está claro si hay margen para un compromiso que pueda satisfacer a cada uno de ellos. La carta de Yellen también puede contribuir en cierta medida a desatar la alarma en Wall Street tras un periodo en el que los inversores parecían optimistas ante la posibilidad de que el Congreso, siempre disfuncional, se alejara del precipicio en el último minuto. El abismo entre los partidos sigue siendo enorme. Los republicanos quieren que Biden haga grandes concesiones en materia de gasto, que modificarían radicalmente su legado. Están utilizando la crisis del techo de la deuda y la posibilidad de una catástrofe financiera para intentar conseguir los recortes del gasto que esperan puedan definir su tiempo en la mayoría. No hay nada malo en que los republicanos utilicen el poder ganado en unas elecciones democráticas para luchar por lo que dicen que ellos y sus votantes quieren: reducciones de lo que consideran un gasto federal inflado y esfuerzos para frenar el crecimiento de la deuda nacional, que actualmente asciende a más de US$ 31 billones. Pero la cuestión a la que se enfrentan es si es apropiado utilizar la perspectiva de un Armagedón fiscal para promover un objetivo partidista. El presidente se niega a ceder a sus demandas. Insiste en que el Congreso debe aprobar un proyecto de ley "limpio" para elevar el límite de endeudamiento del Gobierno, un poder que solo tiene el Congreso. Dice que está dispuesto a discutir el gasto, pero solo en el contexto del presupuesto anual, un proceso que el Partido Republicano de la Cámara de Representantes apenas ha iniciado. La crisis de la deuda que se avecina representa el momento más agudo de un periodo de gobierno dividido que demostrará si Washington es capaz de superar el distanciamiento político del país. La realidad más aleccionadora es que si EE.UU. cae por el precipicio de la deuda, será un desastre autoinfligido que destrozaría la reputación de EE.UU. como refugio de estabilidad financiera, que es fundamental para cimentar el liderazgo mundial de Washington. Es necesario elevar el techo de la deuda porque el Gobierno ingresa menos dinero del que gasta. Puede pedir dinero prestado a tipos excelentes porque tiene fama de pagar siempre sus facturas. Los demócratas señalan que es necesario aumentar la capacidad de endeudamiento del gobierno, ya que el Congreso está obligado a pagar los gastos que ya ha aprobado. También citan el hecho de que los republicanos no tuvieron problemas para hacerlo cuando el expresidente Donald Trump estaba en el cargo. Ahora que se acerca el momento del desastre, lo más preocupante es que cada bando parece creer que la perspectiva de lo impensable acabará obligando al otro a pestañear para evitar cargar con la culpa. Pero aún no hay pruebas de que ninguno de los dos pueda o quiera hacerlo. "Esta no es la forma de hacer las cosas, tener a toda la economía como rehén de tu agenda política", dijo el senador demócrata Chris Murphy de Connecticut a Wolf Blitzer de CNN este lunes. "Es infantil. Es irresponsable. Es esencialmente un incendio político provocado". Pero la representante republicana de Carolina del Sur Nancy Mace dijo a Jake Tapper de CNN en "The Lead" que "el presidente y el Senado deberían sentarse a la mesa y trabajar juntos con los republicanos y tomar algunas decisiones sobre cómo avanzar y afrontar el gasto y la deuda". McCarthy encabeza una mayoría radical y minúscula en la Cámara de Representantes, a imagen y semejanza de Trump. Un proyecto de ley de la lista de deseos republicana, que elevaba el techo de la deuda durante un año a cambio de medidas como la ampliación de los requisitos de trabajo para Medicaid y recortes al gasto en cambio climático, se coló en la Cámara la semana pasada por el margen más estrecho posible. Aunque Biden estuviera dispuesto a negociar, no hay garantías de que McCarthy pudiera aprobar ningún compromiso que no implicara la capitulación absoluta del presidente. Y si el republicano de California intentara aprobar un proyecto de ley menos conflictivo para blindar la economía con el apoyo de algunos demócratas, podría ser expulsado por su congreso. Biden se enfrenta a cuestiones igualmente existenciales. Dado que se enfrenta a una Cámara republicana que parece empeñada en una vía extrema, es probable que en los próximos días tenga que demostrar que es el "adulto de la sala" y hacer concesiones para proteger a millones de estadounidenses. Pero al hacerlo, mostraría una debilidad que comprometería su presidencia y animaría a los republicanos a esgrimir de nuevo el escenario de pesadilla de un impago de la deuda más adelante. También podría desmoralizar a los votantes demócratas que necesita para apoyar la candidatura a la reelección que lanzó la semana pasada. La lógica de la administración es que si los secuestradores obtienen concesiones, exigirán más. Mucho dependerá de si los demócratas del Congreso se mantienen firmes detrás del presidente en medio de la creciente preocupación por el impacto político de la crisis. También está por ver si los republicanos más moderados, fundamentales para que el partido defienda su mayoría en 2024, empiezan a exigir sus propias concesiones y si McCarthy se enfrenta a los de línea dura. Y en última instancia, dado que solo el Congreso -y no el presidente- tiene poder para elevar el techo de la deuda, el destino del país puede depender de si McCarthy está dispuesto a arriesgar su carrera y su cargo de portavoz para evitar las peores consecuencias de este juego de ruleta rusa con la economía. Dado que le costó 15 rondas de votaciones ganar la presidencia en enero, lo que requirió múltiples concesiones a los miembros más extremistas de su partido, parece poco probable. "Voy a sacar una noticia positiva de todo esto: están hablando, al menos hemos puesto en marcha esa parte. Durante los últimos meses, ni siquiera lo habían hecho", declaró este lunes a Erin Burnett, de CNN, Jim Bianco, analista financiero y presidente de Bianco Research. Pero Bianco también advirtió que las cosas ya no van bien en una economía que no necesitaba el shock de un impago de deuda. La preocupación es que la reunión del 9 de mayo con Biden y McCarthy y el líder de la mayoría en el Senado, Chuck Schumer, y el líder de la minoría, Mitch McConnell, no haga más que ahondar en las divisiones. La Casa Blanca subrayó este lunes que la reunión se centraría en la necesidad de un proyecto de ley "limpio" para elevar el techo de la deuda, lo que no significa un cambio en la postura de McCarthy. El portavoz reforzó su postura durante un viaje a Israel que utilizó para provocar al presidente. "Los republicanos de la Cámara de Representantes hicieron su trabajo y aprobaron un proyecto de ley responsable que eleva el techo de la deuda, evita el impago y aborda el gasto imprudente", dijo en un comunicado este lunes. "Mientras tanto, el presidente Biden se ha negado a hacer su trabajo —amenazando con abocar a nuestra nación al primer impago de su historia— y el reloj sigue corriendo". Este es el tipo de posicionamiento previo que se espera antes de una dura negociación y es similar al que precedió a un acuerdo que evitó por poco un impago de la deuda en 2011 entre el entonces presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, y el entonces presidente Barack Obama. Pero aunque en aquella ocasión se evitó el desastre fiscal, EE.UU. perdió la máxima calificación crediticia otorgada por la agencia de calificación S&P, lo que elevó los costos de endeudamiento de EE.UU. durante años. Más de una década después, el rencor entre los partidos es más profundo y el Partido Republicano ha avanzado mucho hacia la derecha, lo que hace aún más cuestionable la posibilidad de un compromiso. Algunos miembros de la mayoría republicana de la Cámara de Representantes —en la que McCarthy solo puede perder cuatro votos y aun así aprobar un proyecto de ley— afirmaron que nunca votarán a favor de elevar el techo de la deuda. En circunstancias más normales, sería posible ver una salida a la situación. En una clásica maniobra de Washington, Biden podría acordar recortes del gasto en un presupuesto negociado con los líderes republicanos de la Cámara de Representantes que luego podría ser aprobado por el Senado. Los miembros republicanos de la Cámara de Representantes podrían argumentar que han vencido a Biden como excusa para aprobar un proyecto de ley "limpio" que eleve el techo de la deuda. El presidente podría permitir a McCarthy esa victoria simbólica a cambio de obtener una nueva autorización de endeudamiento público que evitaría al país y al mundo el impacto de un impago de la deuda. Pero un resultado así requeriría confianza entre los partidos, una buena relación entre McCarthy y Biden, un liderazgo valiente y la voluntad de los legisladores de ambos partidos de emitir votos duros que podrían volverse en su contra en las primarias. Ninguna de estas cualidades parece abundar en Washington en una época de creciente polarización. En algún momento habrá que elevar el techo de la deuda. Pero cada vez es más difícil ver cómo podría ocurrir sin que algunas de las consecuencias de un impago muestren a ambas partes la gravedad de los costes políticos que la miseria subsiguiente podría causar a los estadounidenses. El líder de la minoría en el Senado, John Thune, dijo a los periodistas que los acontecimientos de este lunes solo subrayan la necesidad de que Biden y McCarthy se pongan a trabajar. "El tiempo apremia", dijo el republicano de Dakota del Sur.