Sergio “Chiquito” Romero, el fenómeno del arco con el que Boca busca conquistar la Copa Libertadores
- "Que crean y confíen. Todos los muchachos están confiados y creen". Con esta declaración, Sergio “Chiquito” Romero, el mejor jugador que ha tenido Boca en esta Copa Libertadores, manifestó su fe y les dio esperanza a todos los hinchas xeneizes a poco de que se juegue este sábado a las 4 p.m. (hora de Miami) la final de la Copa Libertadores ante el Fluminense en el legendario estadio Maracaná.
El descomunal arquero de Boca Juniors ha sido la piedra angular para la llegada del xeneize a la final número 12 de su historia en el certamen más importante de clubes que organiza la Conmebol. En esta edición del torneo continental, “Chiquito” atajó seis penales, dos por cada una de las series en las que Boca eliminó a Nacional de Uruguay en octavos; a Racing Club, en cuartos; y a Palmeiras de Brasil, en semifinales.
Seguridad a raudales, presencia enorme, aplomo bestial, convencimiento de sus aptitudes, empequeñecimiento de sus rivales y el apoyo anímico a sus compañeros, son las credenciales con las que Chiquito Romero ató a Boca a este sueño, del que solo lo separa un paso.
Romero nació el 22 de febrero de 1987 en Bernardo de Irigoyen, Misiones, una provincia ubicada a poco más de 1.000 kilómetros de Buenos Aires, en el noreste de Argentina.
“Chiquito” es el apodo que le pusieron sus hermanos basquetbolistas porque era más bajo que ellos, aunque medía 1,92 m. Jugó al básquetbol, al balonmano y también, al fútbol, hasta que en un partido de fútbol 5 faltó el portero. Romero lo reemplazó y su performance llamó tanto la atención que nunca más dejó el puesto.
Su brillo atrajo a Racing Club, que no dudó en ficharlo. En 2003 ya formaba parte de las inferiores del equipo de Avellaneda. En 2006-2007 llegó a ser arquero titular. Esa sola temporada le valió emigrar a Europa, donde fue contratado por el Az Alkmaar de Países Bajos, para continuar luego en Sampdoria de Italia, Mónaco de Francia, Manchester United, Venezia de Italia y finalmente, Boca Juniors.
Romero, competidor de élite internacional, llegó a Boca en 2022 en medio del gran impacto generado por su contratación y con una empinada montaña por subir para ganarse un puesto.
Que Javier García fuera titular en el arco xeneixe, no era el único escollo que tenía que superar Romero. Su principal obstáculo era su propio cuerpo. Su rodilla derecha, una vez más, lo llevó al quirófano en 2022. "Estoy agradecido al doctor Batista (jefe médico de Boca Juniors), porque me dejó una rodilla nueva. Voy a ser sincero, nada que ver con los últimos 15 años de mi carrera...Me tocó operarme varias veces en Europa y esta intervención que me hizo Jorge fue la mejor operación de mi vida. Me devolvió una rodilla que no tuve nunca en mi carrera", dijo el arquero.
En 2014 su figura fue clave para que la selección argentina, comandada por Alejandro Sabella, llegara a la final de la Copa del Mundo en Brasil, al eliminar por penales a Países Bajos. Los simpatizantes de la selección argentina todavía recuerdan a Chiquito Romero con su camiseta amarilla, golpeándose el pecho tras contenerle dos penales al equipo naranja, que fueron vitales para que la albiceleste llegara al partido más importante del Mundial.
Ahora le toca volver a Brasil y jugar un partido definitorio, esta vez para Boca, que ahora seguramente querrá sepultar el recuerdo de aquella final de Libertadores perdida en Madrid ante su archirrival, River Plate.
Para llegar a este objetivo, el popular equipo del barrio de la Ribera ha tenido que trabajar mucho. El arquero misionero le asigna un lugar clave al técnico Jorge Almirón: "Desde el día uno trajo una identidad, una idea....Comenzamos a llevarla adelante, encontramos triangulaciones, entendimos como jugar corto, cuando saltear... Nos limpió la cabeza", enfatizó Romero.
Delante del guardameta, Almirón estructuró un equipo monolítico, que de los 12 partidos jugados en la presente Copa Libertadores, ganó cuatro (todos en la fase de grupo), empató siete y perdió uno. Además, marcó 12 goles y recibió cinco.
Esa baja cantidad de tantos recibidos habla de un equipo bien estructurado, sólido y duro para los rivales. También muestra que en su ADN tiene un intérprete en el arco que experimenta un nivel superlativo. A tal punto que el entrenador de la selección argentina, Lionel Scaloni, dijo: "No hay dudas de que ‘Chiquito’ Romero tiene nivel, lo apreciamos mucho. Las puertas están abiertas", reconociendo el gran presente del guardameta.
En las finales, ya se sabe, los partidos son cada vez más cerrados. Disputadísimos. Los mínimos errores suelen ser determinantes. Serán 90 minutos, que pueden extenderse 30 más, y de ser necesario, los penales. En todo ese recorrido, Boca necesitará, ante un rival de enorme jerarquía como el equipo carioca, a todos sus jugadores en un día en su mejor nivel.
La “Gloria Eterna” es el eslogan de Conmebol sobre este prestigioso torneo continental. Boca sueña cada vez más con la copa, a medida que el reloj marca la cuenta regresiva hacia la gran final. Todo el imperio xeneize tiene fe, encolumnados en lo que ha dicho su máxima figura, pero por sobre todo lo que he mostrado bajo los tres palos. Chiquito Romero, el gigante que hace soñar a todo el universo boquense con que su séptima Copa Libertadores estará en sus manos.