Las poderosas mujeres que ayudaron a expandir el imperio que llevó a China a construir su famosa muralla
Los atacantes llegaron del norte, arqueros a caballo que dispararon sus flechas con experta precisión. Arruinaron y quemaron las cosechas, que los aldeanos chinos de la etnia Han -que vivían en las fronteras del norte de China cerca del año 200 a.C.- cuidaban con esmero. Los Han llamaron a los invasores “Xiongnu", que significa “esclavo feroz”, un término peyorativo destinado a enfatizar la “inferioridad” de los bárbaros.
En realidad, sin embargo, los Xiongnu superaban a sus vecinos chinos en experiencia militar y organización política. Compuestos por diferentes tribus étnicas, los Xiongnu fueron el primer imperio nómada del mundo, lo suficientemente bien organizado y formidable para crear tantos problemas para los Han, que eventualmente resolvieron construir la Gran Muralla China. Y, más interesante aún, es que detrás de los feroces arqueros, fueron las poderosas mujeres Xiongnu quienes ayudaron a mantener unido el imperio. Reconstruir la curiosa historia de los Xiongnu ha sido un desafío, porque, a pesar de su elevada organización y proeza militar, la nación nunca desarrolló un lenguaje escrito. “Por tanto la mayor parte de la información que tenemos viene de sus cementerios y sus enemigos ”, dice Christina Warinner, líder de un grupo de investigación del Departamento de Arqueogenética del Instituto Max Planck. Y los cementerios cuentan una historia interesante, ya que un estudio reciente demostró que un número sorprendentemente elevado de entierros de élite Xiongnu contiene restos de mujeres. Es una hipótesis que se barajaba desde hace tiempo. Sin embargo, no fue sino hasta que avanzaron las técnicas de secuenciación genética hace unos años que el equipo de Warinner pudo confirmar el género femenino de varios sitios de enterramientos con absoluta certeza. “Nuestros hallazgos genéticos demuestran que las princesas de élite jugaron roles importantes en la sociedad Xiongnu, política y económicamente”, dice Jamsranjav Bayarsaikhan, que lidera el Centro de Investigación del Museo Nacional de Mongolia en Ulán Bator, y es coordinador del proyecto del Instituto Max Planck de Geoantropología en Alemania Estos hallazgos cambiaron la perspectiva de los científicos sobre cómo los Xiongnu expandieron su territorio y mantuvieron unido su imperio nómada. Puede que tradicionalmente pensemos en los imperios como entidades estacionarias que construyen ciudades, palacios y cortes para mantener su dominio, pero algunos reinos nómades eran increíblemente robustos. El imperio Xiongnu, anterior al famoso imperio de Genghis Khan en unos 1.000 años, duró desde el siglo II a.C. hasta el siglo I d.C. y ocupó el territorio de la actual Mongolia con sus fronteras septentrionales que se extendían hasta el lago Baikal, en la Rusia de hoy. Además de ser hábiles guerreros, los Xiongnu era también ávidos proveedores de bienes de lujo adquiridos de toda Eurasia a través de las rutas comerciales de la antigua Ruta de la Seda, entre los que se incluían sedas chinas, cristales romanos y cuentas egipcias. Y las mujeres tenían posiciones relevantes. De algún modo, eran el pegamento virtual –o tal vez los hilos de seda- que mantenían unido al reino itinerante, que no contaba con ciudades permanentes o instalaciones físicas para afirmar su presencia. “Las mujeres Xiongnu tenían un gran poder imperial a lo largo de la frontera, y ocupaban con frecuencia rangos nobles exclusivos, mantenían las tradiciones y participaban tanto en la política de poder de la estepa como en las redes de la Ruta de la Seda”, explica Bryan Miller, profesor de arqueología de la Universidad de Michigan, en Estados Unidos, e integrante del grupo de Max Planck. “Eran muy respetadas”. En el cementerio de élite de Takhiltyn Khotgor, ubicado en la provincia de Khov, en Mongolia occidental, los investigadores encontraron tumbas monumentales construidas claramente para honrar a las mujeres. En sus ataúdes decorados con símbolos imperiales Xiongnu del sol y la luna, cada mujer estaba rodeada por una multitud de hombres plebeyos colocados en tumbas sencillas. Una tumba contenía seis caballos y una carroza. En el cercano cementerio de Shombuuzyn Belchir, las mujeres ocupaban de forma similar las tumbas más ricas, y estaban acompañadas de objetos de lujo de su vida en la Tierra, entre ellos de espejos chinos, ropa de seda, carretillas de madera, cuentas de loza y ofrendas de animales. Las tumbas parecen pirámides invertidas con bases rectangulares sobre el suelo (los arqueólogos las llaman terrazas), que se angostan a medida que sobresalen del suelo. "Cuando las excavas se adentran hasta 20 metros en el suelo”, explica Ursula Brosseder, arqueóloga especializada en prehistoria del Centro Libniz de Arqueología en Alemania (que no formó parte del estudio de Max Planck). Los arqueólogos también hallaron cinturones ornamentales en los enterramientos Xiongnu, otro tipo de artefacto que denota estatus social. Decorada con grandes placas y adornados con cuentas y pendientes de piedra, parecen “árboles de Navidad con cosas que cuelgan por debajo de la cintura”, señala Brosseder. "Un cinturón es un símbolo muy importante de estatus y rango, pero típicamente pertenece a la esfera masculina y no a la femenina”, explica. “Lo que es muy interesante es que solo los Xiongnu en este período le daban los cinturones a las mujeres y no tanto a los hombres”. La habilidad de montar a caballo y disparar con arco era una de las principales destrezas de los Xiongnu. “Alguna gente llama a los caballos barcos de la tierra, porque los barcos y los caballos son la forma más rápida de viajar que existía antes de la industrialización”, explica Warinner. Los Xiongnu domesticaron los caballos, que son nativos de la estepa, y también aprendieron a disparar el arco mientras cabalgaban, así que eran muy peligrosos, tanto de cerca como de lejos. Los chinos Han no eran rivales para ellos. "Incluso cuando construyeron la Gran Muralla, nunca funcionó”, señala la experta.“Los Xiongnu simplemente cabalgaban a su alrededor”. Algunas tumbas de mujeres contenían equipos ecuestres, pero los investigadores no pueden decir con certeza si las mujeres peleaban junto a los hombres o no. “Creo que no debemos excluir que también había mujeres guerreras ”, dice Brosseder. “Esto no quiere decir que todas las mujeres participaban en el ejército”, agrega, “pero definitivamente podían montar a caballo y disparar con el arco, solo por el propósito de tener una vida mejor en la estepa”. La investigación genética ayudó al equipo de Max Planck a descubrir otro dato interesante: las mujeres enterradas en las fronteras del imperio cerca de China eran genéticamente muy diferentes a la población Xiongnu aledaña. En cambio, estaban íntimamente relacionadas con un hombre que se cree era uno de los reyes Xiongnu, cuya tumba fue excavada en Mongolia central en 2013. El equipo cree que el el rey casó a sus parientes mujeres con los clanes fronterizos para reforzar alianzas políticas y mantener la fortaleza del imperio. “Pensamos que el rey estaba enviando a sus hijas a controlar las zonas rurales del imperio política y económicamente”, señala Bayarsaikhan. Allí actuaban como emisarias y mantenían contactos con las redes comerciales de la Ruta de la Seda. “Era una práctica importante”, dice, y añade que estas tradiciones Xiongnu sentaron las bases para el éxito del futuro emperio mongol. Cuando construyó su propio imperio nómade, Genghis Khan siguió las “reglas matrimoniales” de los Xiongnu: las reinas mongolas, que gobernaron un milenio después, eran conocidas por sus poderes políticos, comenta Bayarsaikhan. ¿Era los Xiongnu los únicos en abrazar reglas de género diferentes? No necesariamente. Al contrario, los hallazgos muestran que no “deberíamos extender la mentalidad victoriana sobre los roles de la mujer en todas las culturas a través de la historia”, explica Miller, que se encuentra trabajando en un libro sobre los Xiongnu y su cultura. “Espero que la gente se de cuenta de que las mujeres, de hecho, tenían mucho poder en las sociedades premodernas ”, dice. Esta es una adaptación de un artículo publicado en BBC Travel. Haz clic para leer la versión original.