Israel - Hamás: las divisiones en Israel por el ataque del 7 de octubre y la ofensiva en Gaza (y cómo afectan al primer ministro Netanyahu)
El primer ministro israelí Benjamín Netanyahu y su rival político Benny Gantz se sentaron uno al lado del otro en una pequeña sala de conferencias. La escena se produjo cuatro días después de que Hamás lanzara un ataque sin precedentes contra Israel, en el que asesinó a más de 1.400 personas y secuestró a otras 239 para llevarlas a la Franja de Gaza. Eso fue antes de que se llegara a comprender plenamente la magnitud de las atrocidades.
Los dos políticos acababan de formar un gabinete de guerra de emergencia y por primera vez se dirigían juntos, hombro con hombro, a la nación. Era una forma de unidad que exigían muchos israelíes después de meses de protestas generalizadas y de algunas de las políticas más divisivas en la historia del país. El nuevo gobierno envió un mensaje claro a la nación de solidaridad y otro a sus adversarios, pero no incluyó a todas las figuras opositoras. El líder del mayor partido de la oposición, Yair Lapid, rechazó su adhesión después de que Netanyahu descartara romper con los dos partidos de extrema derecha de su coalición. Desde entonces, más de 9.000 personas han muerto en los bombardeos de respuesta de Israel, según el Ministerio de Salud de Gaza dirigido por Hamás. El teniente coronel Ron Sharf esperaba con su esposa y sus tres hijos un vuelo de conexión en el aeropuerto de Dubai cuando Hamás irrumpió en los kibutz y las ciudades israelíes el 7 de octubre. Era el último día de la festividad tradicional judía Sucot y las vacaciones familiares estaban llegando a su fin. "Los mensajes de WhatsApp comenzaron a llegar alrededor de las 6:30 AM", relata Sharf, comandante retirado de una de las principales unidades de élite del ejército israelí. Sharf, cofundador de Hermanos en Armas, un grupo de reservistas israelíes que protestan contra las controvertidas reformas del gobierno para cambiar el sistema judicial, recibió una llamada. "A las 08:00 horas, después de una conferencia en Zoom con los demás líderes de Hermanos de Armas, emitimos un comunicado llamando a todos a presentarse al servicio de inmediato y sin dudarlo", dijo. El servicio militar es obligatorio para la mayoría de israelíes de más de 18 años. Los hombres deben cumplir 32 meses y las mujeres 24. Después de esto, la mayoría puede ser llamada a unidades de reserva hasta los 40 años, o incluso más en caso de emergencia nacional. Las reformas gubernamentales del sistema de justicia implantadas a principios de año dividieron al país y cientos de miles de israelíes salieron a las calles al considerar que estaba en peligro la democracia. "Muchos miembros de Hermanos de Armas, en todas las ramas militares, suspendieron su voluntariado como reservistas debido a esa legislación", explicó Sharf, uno de los principales líderes del movimiento de protesta. "Se rompió el contrato entre el Estado y los soldados", agregó. Pero para Sharf, lo ocurrido en octubre fue algo diferente. "Cuando vi el video de los terroristas conduciendo una camioneta a través de (la ciudad fronteriza de) Sederot, comprendí que se estaba produciendo un suceso muy inusual”, declaró. "Nuestros reservistas se desplegaron inmediatamente en sus unidades. Quienes no fueron llamados al servicio se unieron a un centro de comando civil que abrimos en cuestión de horas en Tel Aviv", añadió. La organización creada para protestar contra el gobierno pasó a liderar los esfuerzos de ayuda. "Sacamos y rescatamos a los sobrevivientes, transportamos soldados y equipos a las unidades y proporcionamos comida caliente a las fuerzas”, recordó. "Creamos un organismo de apoyo a las familias en duelo, ayudamos a encontrar alojamiento para los residentes que huían de sus hogares y administramos una sala de guerra, que ayudó a las familias de desaparecidos a encontrar información sobre sus seres queridos. La gente caminaba con un agujero en el alma”. Sharf reconoce que los israelíes tienen dudas sobre el liderazgo del primer ministro, pero cree que ahora no es el momento para debatir esto. "Están furiosos por no haber podido impedir el ataque y deseosos de hacer todo lo que esté a su alcance para ayudar al país”, alega. "No olvidamos lo que pasó. Habrá un momento adecuado para exigir respuestas y rendición de cuentas. Pero ahora este país necesita unirse y recuperarse mientras las fuerzas de seguridad luchan en la guerra". Sin embargo, otras personas se muestran menos pacientes. Muchos israelíes exigen respuestas inmediatas y cuestionan la capacidad del primer ministro Netanyahu para liderar el país en estos tiempos difíciles. Tres semanas después del inicio del conflicto entre Israel y Gaza, Netanyahu publicó en la red social X -antes Twitter- un mensaje que decía que "no recibió ninguna advertencia" sobre el plan de ataque de Hamás. "Por el contrario", escribió, "todos los funcionarios de seguridad, incluidos el jefe de la rama de inteligencia de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) y el líder de la Agencia de Seguridad de Israel, evaluaron que Hamás estaba disuadido y quería llegar a un acuerdo". La reacción fue rápida, dura y trascendió la política. Se percibió que Netanyahu culpaba a los cuerpos de seguridad del país en plena guerra. El primer ministro borró la publicación unas horas más tarde y se disculpó, pero el daño ya estaba hecho. Mucha gente en Israel pensó que Netanyahu trataba de eludir su responsabilidad y evadir repercusiones. El empresario israelí Eyal Waldman cree que Netanyahu debería dimitir de inmediato. " Culpa a todos menos a sí mismo ", dijo sobre el primer ministro, que también enfrentó críticas dentro de su propio partido. Waldman fundó Mellanox, una de las empresas tecnológicas más exitosas de Israel, y contrató a más de 20 de palestinos en un centro de desarrollo en la Franja de Gaza antes de vender su empresa. Estaba de vacaciones en el sureste asiático cuando recibió la noticia de que su hija Danielle, de 24 años, estaba con su novio, Noam Shai, en el festival de música Supernova durante el ataque de Hamás. En 48 horas, mientras aún se libraban las batallas en las comunidades israelíes, Waldman llegó al lugar del festival, armado y presto a tomar las medidas necesarias para localizar a Danielle. "Hamás tomó el control de más de 20 de nuestras comunidades", explica. "Nuestro ejército estaba sobrepasado. No podía confiar en nadie. Quería salvar a mi hija”. "Encontramos el coche de sus amigos. Estaba lleno de balas. Todavía tenía esperanzas de que estuviera viva, escondida en algún lugar. Estaba dispuesto a aceptar que hubiera sido secuestrada y retenida en Gaza". Pero dos días después, llamaron a la puerta y le dijeron que su hija había muerto. "Mataron, mutilaron y torturaron a personas. Saquearon y secuestraron. Debemos destruir por completo a Hamás y a la Yihad Islámica Palestina. No podemos parar hasta eliminarlos, tal y como hizo Occidente con Estado Islámico". Danielle y Noam fueron enterrados uno al lado del otro. Más de 270 personas murieron en el ataque al festival de música. "Empleé a palestinos en Gaza, Hebrón y Rawabi", reflexiona Waldman. "Doné fondos a un hospital de campaña en Gaza. Dirigí una iniciativa de paz palestino-israelí. Hice muchas cosas para tratar de cerrar heridas”. “No tiene sentido seguir matándose unos a otros. Los palestinos también deben entender eso. Haremos la paz, pero primero debemos destruir a Hamás y ganar la guerra". Pero no cree que Netanyahu sea la persona adecuada para el puesto. "Los israelíes apoyan de forma unánime a los militares, pero no al primer ministro. Netanyahu no es apto", sentencia. Netanyahu, conocido por sus partidarios como el "Rey Bibi", es el líder que más tiempo ha estado en el cargo en Israel, en total seis mandatos, más que ningún otro primer ministro en la historia del país. En su reelección en noviembre de 2022 su partido, Likud, firmó una coalición con la formación de extrema derecha Sionismo Religioso, lo que convirtió a su gobierno en el más derechista de la historia de Israel. Para Anshel Pfeffer, periodista del diario Haaretz, crítico con el primer ministro, los resultados electorales solo expusieron lo que ya era una tendencia clara. "Hay un conflicto de identidad interno o una guerra cultural en Israel entre lo que algunas personas verían como el lado más liberal y abierto de la sociedad israelí contra el lado más religioso y extremo de la sociedad israelí y judía", observó. Y opinó que esto no es algo nuevo, pero que Netanyahu “lo fomentó para sus propios propósitos políticos". Sara Haetzni-Cohen, directora del movimiento Mi Israel, una ONG sionista que explica la perspectiva de Israel al mundo, cree que los israelíes no deberían enfocarse en Netanyahu en este momento. " Todos tendrán que pagar el precio, todos. Tanto los jefes del nivel político como los de los órganos de seguridad. Pero ahora debemos centrarnos en ganar", afirmó Haetzni-Cohen, tras asegurar que apoya al gobierno de unidad. "Me gustaría que se unieran más. Un gobierno que carece de una amplia legitimidad pública, como el anterior gobierno de Netanyahu, no puede liderar esta guerra", dijo, y descartó la posibilidad de cambiar el gobierno ahora. Líderes de la oposición como Benny Gantz y Gadi Eisenkott, que se unieron al gabinete de guerra tras el ataque del 7 de octubre, habían servido como dirigentes de las FDI en ejecutivos anteriores y, por lo tanto, comparten la responsabilidad de cualquier fracaso político, dijo Haetzni-Cohen. "Cuando Gantz era ministro de Defensa permitía a los palestinos gazatíes trabajar en los campos agrícolas de Israel. Ahora se sabe que algunos recopilaban información de inteligencia para Hamás", argumentó. La Agencia de Seguridad de Israel, Shin Bet, confirmó esta información a la BBC. La directora del Mi Israel opinó que "Netanyahu es el responsable, fracasó y tendrá que poner fin a su carrera política", pero consideró que el primer ministro “ocupa un papel clave en el gobierno de unidad y destituirlo significa perder el apoyo de muchos israelíes”. “Un gobierno de unidad es increíblemente importante en este momento y la unidad está con Netanyahu", consideró. Según una encuesta del periódico Maariv, el 80% de los israelíes cree que Netanyahu debe asumir la responsabilidad de las fallas de seguridad expuestas por el ataque de Hamás. También muestra que, de celebrarse hoy elecciones, una alianza centrista de partidos de oposición liderada por Gantz ganaría la mayoría. Estos datos parecen ir en contra de cómo evoluciona la popularidad de la mayoría de los líderes en tiempos de guerra. Por ejemplo, en las semanas posteriores a los ataques del 11 de septiembre aumentó el índice de aprobación del entonces presidente estadounidense George W. Bush. En otra encuesta realizada por Maariv el 27 de octubre, a la pregunta de si los militares deberían pasar inmediatamente a una ofensiva terrestre a gran escala, casi la mitad de los encuestados respondió que sería mejor esperar. Los israelíes, incluidas las familias de los rehenes de Hamás, debaten ahora si una ofensiva terrestre en Gaza, que ya está en desarrollo, es la medida correcta. Hadas Kalderon, del kibutz de Nir Oz, sobrevivió al ataque de Hamás a su comunidad el 7 de octubre atrincherándose en una habitación segura. Su hijo de 12 años y su hija de 16 se alojaban con su padre unas casas más abajo cuando los milicianos de Hamás irrumpieron en la casa y secuestraron a los tres. En reuniones con líderes europeos y entrevistas con la prensa local y extranjera, Kalderon ha exigido que los rehenes sean una prioridad absoluta. "Hay que detener toda la actividad militar. Este es el único objetivo que tenemos hoy: sacar y salvar a los niños y a los rehenes", pidió a su gobierno. "Hay que negociar su liberación, sin importar quién esté del otro lado. Este es el enemigo que tenemos", alegó. Hamás y otros grupos mantienen retenidos a 242 rehenes israelíes y de otras nacionalidades. Netanyahu asegura que la ofensiva terrestre abre posibilidades para la liberación de los rehenes. Pero los israelíes también están divididos sobre esto.