Irlanda: cómo logró ese país tener la economía con mayor productividad entre las naciones desarrolladas
No lejos del tráfico de The Liberties, un barrio histórico de clase trabajadora en Dublín, yace la extensa fábrica de una de las marcas más famosas de Irlanda: Guinness. La histórica cervecería ha producido cerveza en esa fábrica desde que su fundador, Arthur Guinness, adquirió un edificio en ruinas en 1759. Ahora, la “bebida negra” se produce en un enorme complejo de edificios, conectados por tuberías de metal, al ritmo del sonido de los barriles siendo trasportados en montacargas. La fábrica, propiedad del gigante de las bebidas Diageo, podrá parecer como muy alejada de los inicios de Guinness, pero Aidan Crowe, director de operaciones de cerveza, asegura que el proceso básico de la cervecería no ha cambiado tanto. “Nuestro proceso central es en realidad muy parecido a los procesos que Arthur Guinness hubiera usado”.
La Brew House (Casa de cervecería) en St Jame’s Gate, en la salida al muelle, se inauguró en 2013 y fue la más eficiente del mundo en su época, señala Crowe. Actualmente, la cervecería en Dublín produce 3,5 millones de pintas al día -equivalente a 1.300 millones de pintas anuales (una pinta equivale a 0,56 litros). “La tecnología nos ha permitido ser dramáticamente más eficientes, cambiando cómo manejamos cosas como el agua fría, el uso de vapor, uso de electricidad, y demás”, afirma. Crowe dice que vendrán mejoras adicionales más adelante. “Te impones metas, tal vez metas de 5 o 10 años. Pero cuando alcanzas esos hitos, de repente descubres que el horizonte ha avanzado”, agrega. Con recursos sustanciales, compañías gigantes como Diageo pueden apuntar a ese horizonte. Y no sólo se trata de Diageo; la economía de Irlanda se ha beneficiado por ser la sede de muchas empresas multinacionales. Según la clasificación de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, OCDE, Irlanda es el país más productivo del mundo. En términos económicos, la productividad es cuanto valor añade un trabajador a las cosas que produce o hace, y algunos trabajadores están en una posición que pueden añadir más valor que otros. Por ejemplo, a pesar de estar ocupada todo el día, la productividad de una persona detrás del mostrador de un café está limitada a lo que la gente está dispuesta a pagar por la comida y bebida que venden. Mientras que alguien en una multinacional de tecnología o una farmacéutica tiene mayor probabilidad de estar trabajando en productos y servicios de mayor valor, lo que lo hace más productivo en términos de cifras oficiales. Emma Howard, economista de la Universidad Tecnológica de Dublín, dice que Irlanda es un ejemplo global “único”, con la alta concentración de firmas multinacionales que ayudan a impulsar las cifras de productividad. “Si miras nuestra productividad laboral total, es dos veces y media mayor que el promedio de la UE”, sostiene. “Pero si desglosas eso en la productividad laboral interna y la productividad del sector extranjero, hay diferencias grandes”. La Oficina Central de Estadística de Irlanda mide la productividad por medio del valor añadido bruto (VAB) por trabajador, por hora. VAB es el producto total de bienes y servicios, menos los gastos de producción. Al mirar esa cifra se ve que las empresas extranjeras están impulsando la productividad de Irlanda. En el segundo trimestre del año pasado, el VAB de las empresas extrajeras en Irlanda fue de 414 euros (US$444) por trabajador, por hora. Para las empresas locales la cifra fue solo de 55 euros (US$59). Los datos también muestran que en 2022, las firmas extranjeras constituyeron 56% del valor añadido bruto en la economía irlandesa. La atracción de Irlanda para las multinacionales se debe a una serie de razones incluyendo su baja tasa de impuestos corporativos, dice Howard. “Si observas el tipo de firmas que hay aquí -Google, Microsoft, Pfizer o Meta- están produciendo una cantidad de bienes de muy alto valor”, indica. “Algunos de estos bienes pueden ser propiedad intelectual, no son bienes físicos. Algunos pueden estar siendo canalizados a través de Irlanda para aprovechar esos impuestos bajos”. Sin embargo, otros economistas creen que esas firmas multinacionales están distorsionando las cifras económicas de Irlanda. “Parece como si generaran una cantidad de actividad económica, pero lo que se obtiene de eso no es mucho. Es completamente artificial en un sentido”, dice Stefan Gerlach, economista en jefe del banco suizo EFG International y otrora subdirector del Banco Central de Irlanda. “No pude ser el caso”, afirma, que la brecha de productividad entre las empresas extranjeras y locales sea tan amplio como indican las cifras. “Es un problema de medición”, añade. Gerlach señala que la renta nacional bruta (RNB) podría ser una manera más precisa de discutir la productividad en Irlanda. Esa medición da mejor cuenta de la manera en que las compañías multinacionales dirigen el flujo de ingresos a través de sus negocios. En 2023, un documento del Comité de Asesoría Fiscal de Irlanda expresó que usar la RNB como medida podría colocar la productividad de Irlanda más en línea con la de sus pares europeos. Gerlach mantiene que usar una medida de productividad engañosa podría conducir a los gobiernos en una dirección equivocada. “Está el riesgo de que los legisladores sobrestimen los beneficios y subestimen los riesgos potenciales de tener un gran conjunto internacional dentro de la economía”. Howard y Gerlach coinciden en que el atractivo de Irlanda como país para hacer negocios no se debe completamente a los impuestos. Su condición como país angloparlante y miembro de la Unión Europea también es un beneficio. Además, Irlanda cuenta con una fuerza laboral bien educada. “A través de todas las franjas etarias, tenemos una proporción de trabajadores con una educación de tercer nivel más alta que el promedio de UE. También tenemos una proporción mucho más alta de graduados en CTIM [ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas] que nuestros contrapartes de la UE”, afirma Howard. “Entonces tenemos estos trabajadores muy capacitados, en una fuerza laboral altamente educada, y eso está impactando nuestra productividad laboral”, añade. Sea lo que sea que demuestren los datos, la productividad puede frecuentemente deberse a la interacción diaria entre el personal y la gerencia. Ese es particularmente el caso desde la pandemia, cuando muchos más empleados empezaron a trabajar desde casa. Estos días, es menos probable que el personal esté en la oficina, e incluso en el mismo país. Eso presenta un desafío diario para Robin Blandford. Su compañía, D4H, brinda apoyo globalmente a equipos de respuesta urgente. Tiene su sede en un faro del siglo XIX en el cabo de Howth, con vista a la bahía de Dublín. El objetivo de Blandford es motivar a su personal a lo largo de siete países. “La productividad para mí es cuando todos estamos haciendo esfuerzo en la misma dirección”, dice Blandford. “Así que una buena comunicación, todos entendiendo y comunicándose al máximo con las personas, entendiendo la dirección en que vamos, cómo tomar una decisión”. “A medida que nos hemos ido distribuyendo, lo que les hemos pedido a la gente que haga es volverse parte de sus comunidades. No dejar que el lugar del trabajo escoja tus amigos”, concluye Blandford. Has clic aquí para leer más historias de Mundo Noticias Y recuerda que recibir notificaciones. Descarga la nueva versión de nuestra app y actívalas para no perderte nuestro mejor contenido.