Irán "Pasé por cosas que no deseo ni a mi peor enemigo": Santiago Sánchez, el turista español que terminó encerrado en la prisión más temida de la nación persa
A Santiago Sánchez Cogedor siempre le gustaron las aventuras, pero dice que su espíritu "realmente aventurero" se despertó en 2018 durante un viaje a Brasil. "Visité favelas y estuve de voluntario en un orfanato. Recorrí parte de Sudamérica con una mochila en la espalda y muchas veces dormía en casas de familias locales", cuenta en entrevista con Mundo Noticias. Este español de 42 años oriundo de la Comunidad de Madrid nunca imaginó que su última aventura se convertiría en su peor pesadilla.
En enero de 2022 se propuso caminar desde Madrid a Qatar para asistir al mundial de fútbol que se celebraba en esa nación árabe. Pero sus planes se derrumbaron cuando fue detenido en Irán, donde lo culparon de espionaje y pasó 14 meses en una temida prisión de alta seguridad conocida como Evin, que ha sido objeto de múltiples denuncias por graves abusos contra los derechos humanos. "Pasé por cosas que no deseo ni a mi peor enemigo", afirma. Sánchez ya había visitado Irán en 2020 y por eso no dudó en volver. "Hice un viaje en bicicleta desde a Madrid hasta Arabia Saudita para ver la Supercopa de España, que se celebraba en ese país, y ver a mi equipo de fútbol, el Real Madrid", relata. Atravesó 15 países en cuatro meses. Tras llegar a su destino final, decidió visitar otras naciones de Medio Oriente, entre ellas Kuwait, Qatar e Irán. "Quedé fascinado con la hospitalidad de los iraníes y allí conocí a muchas personas", recuerda. Al partir de Madrid en su nueva aventura, Santiago estimó que le tomaría un año caminar a Qatar. "Me había propuesto un viaje espiritual, solidario conmigo y con el mundo. Iba recogiendo residuos, planté árboles y me disfracé de payaso en hospitales para niños con cáncer y otras enfermedades", cuenta. Mientras pasaba por Irak escuchó que la situación en Irán estaba tensa, pero "no tenía idea de que había violencia". Sánchez alega que como ya había visitado el país anteriormente "ni en mis peores sueños imaginé que me pudiera pasar lo que me pasó" y por eso no dudó en incluirlo en su ruta. A mediados de septiembre de 2022, la muerte de Mahsa Amini, una mujer de 22 años, a manos de la "policía de la moral" de Irán sacudió al país islámico. La policía presuntamente la arrestó por no cumplir con las estrictas reglas sobre el uso del velo. Testigos presenciales afirman que la joven fue golpeada mientras estaba dentro de una furgoneta de la policía cuando la detuvieron en Teherán, la capital de Irán. Santiago dice que no sabía mucho sobre el caso de Mahsa Amini y que ignoraba que la joven había muerto. Pero afirma que le tendieron una trampa. Santiago relata que durante su primera visita a Irán en 2020 conoció a un hombre en la ciudad sureña de Bandar Abbás, quien lo hospedó. Cuando el ciudadano iraní se enteró que el turista español estaría de regreso a su país, le ofreció hospedaje nuevamente e insistió en buscarlo en la frontera con Irak. "Me generó sospechas cuando me dijo eso, porque él vive a unos 1.700 kilómetros de la frontera, donde yo me encontraba", cuenta Santiago. "Yo le dije: "Oye, amigo, ¿por qué tanto interés en venir a buscarme? Estoy muy lejos, ¿no?"", recuerda. "Ahora reflexionando entiendo por qué. Después de la detención de Mahsa Amini, él me había alentado a que publicara algo en Instagram con el hashtag #MahsaAmini y yo siempre ignoré sus sugerencias porque no me interesaba". Santiago explica que cuando el hombre iraní lo recogió cerca de Marivan, una ciudad en el oeste de Irán, lo llevó a Saqqez, la ciudad donde la joven había sido enterrada. "Yo vía un traductor en mi teléfono le pregunté: "¿A dónde vamos? Yo pensaba que íbamos a Teherán ", recuerda. "Me llevó engañado a la tumba de Mahsa Amini. Ahora sé que lo único que él quería era que yo tomara una foto y la subiera a Instagram". Santiago dice que independientemente de lo que pasó en Saqqez, él sólo tenía una foto de una tumba, por lo que no entiende por qué las autoridades iraníes lo acusaron de espionaje. "No tiene sentido", señala. "Deberías preguntarles (a las autoridades iraníes) qué les hizo pensar que yo era un espía". La presencia de Santiago atrajo la atención de un grupo de agentes de los servicios de inteligencia iraní, quienes lo abordaron, lo llevaron a un automóvil, le quitaron sus pertenencias, le vendaron los ojos y lo llevaron a una comisaría. "Cuando me detuvieron pensé que era una broma, nunca pensé que me podría pasar algo así". Estuvo 42 días en aislamiento en una pequeña celda bajo "mucha presión" debido a los interrogatorios. "Yo creo que ellos sabían que yo no era ningún espía, pero igual seguían interrogándome". Luego lo trasladaron a otra prisión en Saqqez, donde se reunió con el embajador de España en Irán, Ángel Losada, quien hizo presión para que Santiago fuera trasladado a la capital iraní. Las autoridades iraníes decidieron entonces enviarlo a la prisión de Evin. Sólo le permitieron “una llamada” a su familia tres meses después de su arresto. "Es mentira que me dejaron contactar a mi familia por Skype. No sé de dónde salió eso". Evin fue inaugurada en 1971 y desde entonces se ha convertido en un símbolo del carácter autoritario del gobierno de Alí Jamenei, líder supremo de la República Islámica. La cárcel de Evin, ubicada en el barrio homónimo de Teherán, la capital iraní, ha sido criticada durante mucho tiempo por grupos de derechos humanos. De acuerdo con Human Rights Watch, las autoridades de la prisión usan amenazas de tortura y encarcelamiento indefinido. La misma fuente afirma que a los prisioneros les niegan atención médica y son sometidos a largos interrogatorios. Un grupo de hackers que se hacen llamar Edalat-e Ali (Justicia de Ali) publicó en agosto de 2021 videos con imágenes de vigilancia filtradas desde prisión de Evin que mostraban a los guardias golpeando o maltratando a reclusos. La cárcel alberga un gran número de presos políticos, periodistas y muchos ciudadanos extranjeros o con doble nacionalidad. "Desde que me sacaron de la prisión Evin no he podido dormir sin pastillas. Es terrible. La soledad nunca te abandona, ni siquiera después de que te pongan en "libertad"", describió un exrecluso, que estuvo en confinamiento solitario a la organización Human Rights Watch. En Evin, Santiago estuvo nuevamente en régimen de aislamiento durante "41 o 42 días". " Fue muy duro. Es algo que no le deseo ni a mi peor enemigo", dice antes de agregar piensa utilizar el "dolor y sufrimiento" que le causan esos recuerdos para ayudar a otras personas: "No guardo ningún rencor", añade. "Irán me quitó la libertad, pero me dio tiempo para realizar un viaje a mi interior en el que recorrí lugares oscuros y en el que intenté crecer como ser humano". Afirma que casi siempre lo trataron "bien", salvo una que otra ocasión que él justifica diciendo que forma parte de estar en una prisión. En Evin, Santiago utilizó su tiempo para contribuir con la comunidad carcelaria. "Yo daba clases de español, de boxeo, organizaba torneos de fútbol, ponía la red de voleibol y llamaba a todos los presos para hacer deporte", cuenta. " Los presos de Evin se convirtieron en mi familia. Me trataron como a un invitado. Cargaban mucho sufrimiento y dolor, pero también mucha hospitalidad". También recuerda condiciones "inhumanas" en partes de la cárcel. "La sección 209 de Evin es de los lugares más horrorosos que he visto en mi vida. Debería estar prohibido tener a un humano en una celda sin baño, de la que te sacan una vez a la semana con los ojos vendados para que vayas a un patio por diez minutos". "Siendo inocente debería estar totalmente prohibido que te metan en una celda como esa". "Quiero preguntarle a Irán: ¿Por qué me han hecho este daño si yo sólo era un turista con buenos recuerdos de ese país?". Santiago sospecha que la sección 209 es utilizada para presionar a los presos y para hacerles hablar "si tienen algo que contar". "Esa sección de Evin genera un sufrimiento de otro planeta. Yo ahí hablaba hasta con las hormigas, pero ese sufrimiento es mío". "Yo sólo sé que soy inocente y pasé 15 meses encerrado en una cárcel en la que no hay derechos humanos". "Fueron 15 meses de presión bajo (amenaza de) una posible condena de cadena perpetua o pena de muerte, porque a los espías los pueden colgar en Irán". Pero dice que ahora sólo quiere quedarse con lo bueno y olvidar lo malo. Su objetivo es superar lo que le pasó y continuar con su vida. "Mi madre leyó un artículo que decía que yo quería volver a Irán, que es mentira, y casi se desmaya". Interrogado sobre los iraníes que fueron encarcelados por participar en las protestas por la muerte de Mahsa Amini, algunos de los cuales conoció en Evin, dice que: "Cada uno lucha por lo que tenga que luchar". "El iraní luchará por la libertad de su país y los españoles lucharemos por lo que tengamos que luchar (...) "No digo que sea bueno o malo". Al llegar al aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas el pasado 2 de enero, Santiago Sánchez fue recibido por su familia y amigos con aplausos, sonrisas y algunas lágrimas. "No sabemos lo afortunados que somos por haber nacido en España", declara, repitiendo una frase que dijo tras salirse del avión. "El mero hecho de despertarte, tener piernas y brazos, poder caminar libremente en un país... un poco diferente. No voy a decir más", añade. "A buen entendedor, pocas palabras". Desconoce el motivo de su liberación, pero no se queja, y reconoce que, pese a ser inocente, pudo haber sido retenido en Irán por "dos o cinco años" más. El aventurero español asegura que ha recuperado su libertad, pero aún no lograr recuperarse a sí mismo: "Mi cuerpo está en España, pero mi mente sigue en Irán". Aún desconoce los efectos reales de su experiencia en Irán, pero ve su liberación como una nueva oportunidad que le está dando la vida. "En la vida todo pasa por algo y las fronteras más grandes están en la mente. Voy a utilizar este dolor para mejorar". Haz clic para leer más historias de Mundo Noticias. Recuerda que puedes recibir nuestras notificaciones. Descarga la última versión de la app y actívalas para no perderte nuestro mejor contenido.