"Estaban destrozados y con la mirada vacía": las secuelas de los sobrevivientes del ataque de Hamás en el festival Nova en Israel
"Aquí puedes llorar”, dice el cartel en letras color azul claro sobre un fondo blanco. Detrás hay cómodos sillones repletos de cojines, separados del resto de la habitación por una pantalla. Es una esquina segura, privada, donde los sobrevivientes del festival de música Nova que se celebró en Israel cerca de la Franja de Gaza pueden reunirse con otros que pasaron por la misma experiencia el 7 de octubre, y recibir el apoyo psicológico que muchos de ellos deseperadamente necesitan. Más de 360 jóvenes que asistieron al festival fueron asesinados a tiros, golpeados o quemados hasta la muerte por atacantes de Hamás, que irrumpieron esa mañana en el lugar, cerca de la valla perimetral entre Israel y Gaza. Otros 40 fueron tomados como rehenes.
Primero, publicaciones en las redes sociales mostraban a multitudes aterrorizadas huyendo de los cohetes lanzados desde Gaza y a hombres armados en el terreno. Más tarde, videos angustiosos de los primeros equipos de rescate empezaron a confirmar la magnitud de la masacre, a medida que mostraban a decenas de personas que habían asistido al festival asesinadas. En los días posteriores, la doctora Lia Naor se dio cuenta de que, a diferencia de aquellos que habían sido evacuados de un kibutz cercano, los jóvenes del festival que pasaron por ese suplicio no tenían una comunidad a su alrededor para brindarles apoyo. Por eso, decidió construir una. “Solo quería que fueran abrazados”, explica Naor. “Estaban tan rotos y tan congelados. Luego estaba la pérdida de fe que habían sentido: no había nadie allí para ellos, ni sus padres, ni el ejército, ni la policía. No había nadie allí para salvarlos. Por eso lo primero era sencillamente hacer que se sintieran seguros y en un espacio de sanación”. El sitio al aire libre en Rishpon, al norte de Tel Aviv, está protegido y es tranquilo. Los primeros días de diciembre han sido cálidos en Israel. La gente está sentada en coloridos pufs distribuidos por el césped. Un calendario muestra una lista de talleres para ese día, desde confección de mosaicos hasta baños de sonido. Hay masajes, grupo de música y sesiones de canto. Unos perros tranquilos deambulan entre el grupo, esperando que los acaricien o rogando comida. Un diminuto chihuahua negro con un par de alas plateadas en el lomo, despierta la admiración general. Es una escena muy diferente a la de los primeros días. “Aunque sus cuerpos estaban enteros, vimos que estaban destrozados y con la mirada vacía”, recuerda Naor. "No parecían vivos. No nos podían mirar. Temblaban, no podían comer, no podían beber. El mal que econtraron estas personas es incomprensible”, explica. “Les dije desde el principio: ‘Por muy oscura que haya sido la oscuridad que vieron, les vamos a traer la luz. Los vamos a ayudar a creer nuevamente en ustedes mismos y en los demás"". Este lugar es un enorme esfuerzo colectivo, pero no ha sido impulsado por el estado. Todos aquí son voluntarios que ofrecen su tiempo de forma gratuita y que también esperan sanarse. La comida casera distribuida en las mesas ha sido donada por organizaciones de caridad y empresas. Todos quieren hacer algo para ayudar tras la tragedia que sufrió Israel. Lior Gelbaum es una sobreviviente de Nova. Le digo que le quedan muy bien las pequeñas joyas que lleva debajo de cada ojo. Me dice que la hacen sentir de fiesta otra vez. La joven de 24 años de la ciudad de Petah Tikva viene aquí regularmente en busca de apoyo y entrega collares de plata hechos a mano a quienes estuvieron ese día allí. Ella lo recuerda muy bien. “A las 06:30 de la mañana, comenzamos a escuchar cohetes volando sobre nuestras cabezas”, me cuenta. “Estamos acostumbrados a esto, así que nos subimos a nuestro auto y empezamos a manejar, pero había un atasco. Empezamos a escuchar disparos por sobre nuestras cabezas, así que nos bajamos y empezamos a correr hacia el campo abierto. “No sabíamos hacia dónde íbamos o qué estaba pasando, solo oíamos disparos de armas automáticas a nuestro alrededor. Dos personas, Yehuda y Galit, tenían un vehículo grande y nos metieron dentro y nos fuimos. Nos salvaron”. Lior también habla de la importancia de la música para su proceso de sanación. "A todos los que estuvimos en el festival Nova nos gusta bailar, nos encanta estar juntos. Después de que ocurrió la masacre, era importante que la comunidd volviera a unirse y fortalecerse mutuamente, a estar juntos y hablar y sentir nuestras emociones”. Pero cuenta que le está costando disfrutar de algo que es una parte grande de su identidad. “Ha sido difícil para mi escuchar música desde el festival Nova, y todavía solo me siento cómoda escuchando música en conciertos con artistas que vienen a este lugar", dice Lior. Cerca de la zona para sentarse hay un enorme jardín que se extiende hasta una colina. Está enmarcado por árboles llenos de cítricos y filas y filas de tupidas hierbas. El romero y la sabia perfuman el aire. Los sobrevivientes caminan a menudo por aquí y recogen hojas para hacer té. La naturaleza en una parte importante de este lugar. La necesidad de espacio es tan grande que se están construyendo tiendas de campaña rústicas para hacer sitio para cientos de personas que ahora vienen aquí. Todos los días, psicólogos clínicos profesionales se mezclan con los sobrevivientes que llegan. Están allí para hablar lo mucho o poco que se necesite. El doctor Itamar Cohen es uno de ellos. Vino desde Londres apenas pudo después del 7 de octubre. Le pregunto por las historias que escuchó. Respira profundamente, y luego me contesta. “La gente aquí ha visto una enorme cantidad de dolor. Algunos de ellos estuvieron muy cerca de ya no estar aquí. Algunos fueron perseguidos y debieron correr para salvarse. No tuvieron mucho tiempo para procesar eso, solo huyeron de una masacre. Y ahora todavía tienen que funcionar y seguir adelante”. También pasa otra cosa. “Muchas personas están experimentando algún tipo de dolor, perdieron a decenas de sus amigos de golpe. Y hay culpa. ‘¿Por que sobreviví yo y no mi amigo? Debería haber recogido a más sobrevivientes y llevarlos a un lugar seguro en mi auto’. Así que hay muchos pensamientos del tipo ‘no soy digno de haber sido salvado’´y "podría haber actuado mejor"”. Cohen me dice que estar cerca de otros terapeutas en un momento oscuro es bueno para todos. “Tenemos tiempo para procesar juntos y hablar sobre los desafíos y nuestras vulnerabilidades, y nuestros miedos y sentimientos de culpa”, dice. “Significa que tenemos un espacio para trabajar en esto y fortalcernos mutuamente, y esto me ayuda enormemente a mí también”. Recuerda que puedes recibir notificaciones de Mundo Noticias. Descarga la última versión de nuestra app y actívalas para no perderte nuestro mejor contenido.