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Bitcoin y armas de fuego: defensa descentralizada para el siglo 21

Bitcoin y armas de fuego: defensa descentralizada para el siglo 21
Este artículo fue escrito por el abogado y consultor argentino Camilo Jorajuría de León, actual vicepresidente de la ONG Bitcoin Argentina.
Bitcoin descentralizó la defensa de valor en el ámbito digital aportando así a la humanidad la mejor forma de protegerse de ataques sobre la propiedad privada. Esto es, sin dudas, una de las mejores tecnologías actualmente disponibles pero lamentablemente sólo sirve —por si mismo— en el ciberespacio. Bitcoin no puede hacer nada en forma directa para ayudarnos a defendernos en el ámbito físico, en el espacio de la carne. Para esto debemos recurrir a una tecnología mucho más antigua pero no por ello menos vigente: las armas de fuego.
La criptografía debidamente aplicada como, por ejemplo, en la implementación «Bitcoin», ofrece un muro defensivo impenetrable (para más información sobre cómo Bitcoin se mantiene seguro, puede leerse la Criptopedia, sección educativa de CriptoNoticias). Con este muro se puede proteger un jardín con todo el capital que se le desee inyectar y además puede servir como espacio para creación de valor. Por ejemplo una empresa que genera valor y trabajo de una forma cien por ciento digital fondeada en bitcoin y con flujo de caja, pagos a empleados y proveedores en satoshis.
En el cyberespacio la criptografía suficientemente fuerte y debidamente implementada no puede ser abatida por fuerza humana alguna. Una billetera multisig con claves privadas generadas con razonable entropía es inhackeable; la red bitcoin es esencialmente incensurable e irreversible; la información pirateada suficientemente compartida es imborrable de la internet, etc. Por otro lado, este tipo de muro infranqueable no existe en el mundo físico puesto que, dada la tecnología actual, siempre existe una fuerza superior que puede romper los muros físicos. Los ladrillos resisten disparos pero no tanques, los refugios antibombas resisten bombas ordinarias pero no bombas atómicas, etc. Entonces vemos que, a diferencia del cyberespacio, en el mundo físico el atacante tiene las de ganar, al menos en teoría, ¿pero a qué costo? En el mundo físico se vuelve especialmente necesario realizar un análisis económico del coste del ataque, contrastarlo contra el posible beneficio obtenido y contemplar también el coste de la defensa y como la misma incide en el coste del ataque. Si, por ejemplo, quiero proteger mi jardín, lleno de capital y generación de valor, de ataques de perros; con construir un muro de madera de dos metros ya estaría protegido y esto tendría un coste más bien bajo. Por otro lado, si en cambio deseo proteger mi jardín de bombas áreas e incursiones de tanques de guerra, la inversión en calidad de materiales y grosor de muros debería ser mucho mucho mayor. Al momento de escribir estas líneas, en la Argentina está habiendo una ola de robos en banda (saqueos) a comerciantes. En este contexto vemos cómo la mayoría de las víctimas dependen, para proteger su jardín, de una fuerza policial centralizada. Esta fuerza está dirigida por una única persona dentro de una provincia (gobernador) y por una única persona a nivel nacional (el presidente). La decisión de desplegar a las fuerzas en defensa de los comerciantes depende de la discreción de uno o dos individuos. La decisión debe ser tomada por la cabeza del ejecutivo y luego bajar en cascada hasta que, con suerte, la órden llega al policía de a pie en que se encuentra más o menos cerca y éste se dirige, en el mejor de los casos, a proteger el negocio a punto de ser saqueado. Normalmente esto no ocurre ya que por decisión del progresismo en el poder, se suele privilegiar los caprichos de los delincuentes por sobre la propiedad privada de los creadores de riqueza. Este proceso no solo es engorroso sino que también arbitrario. Incluso con un estado policial utópico que defendiera la propiedad privada, cuando se enviara un policía a cuidar una esquina habría otra esquina que quedaría descuidada. Y sería la máxima autoridad política la que debería decidir cuál esquina se privilegiará. Una centralización absoluta sinrazón. Por otro lado, como disuasión adicional tenemos el sistema judicial. Este incide psicologicamente en los atacantes. La teoría indica que los atacantes que no vean policía en la zona, pueden llegar a pensar que aún así podrían ir presos o tener alguna otra sanción. Los defensores de este sistema sostienen que los delincuentes leen el código penal antes de actuar y que por eso no roban, no matan y no cometen otros delitos. Con este infantil argumento se ha creado un aparato gigante de burocracia compuesto por fiscales, defensores oficiales, jueces de garantía, jueces de ejecución, servicios penitenciario, patronato de liberados, etc. etc. etc. Todo este aparto también funcionaría como defensa de la propiedad privada, pero sólo teóricamente. Cada vez que en Argentina vuelven los saqueos vemos como la anomía prima sobre el temor a las posibles consecuencias penales. Por otro lado, el efecto disuasorio proporcionado por el uso de armas de fuego opera inmediatamente primero a nivel psicológico y además lo hace en forma inmediata y sin burocracia. La mera visión de que la víctima posee un arma de fuego y está dispuesta a defenderse suele generar suficiente miedo y arrepentimiento, disuadiendo a los delincuentes. Si esta visión no es suficiente, el escuchar un disparo al aire suele completar la disuasión. Además, el simple hecho de estar armado inhibe las actividades delictivas al imponer, eventualmente en última instancia, una barrera física directa. La combinación de disuasión psicológica y física crea un entorno en el que los delitos potenciales son sofocados en su inicio, ya que los posibles infractores se dan cuenta de las consecuencias antes de poder actuar. ¿Qué porcentaje de atacantes continúa su ataque luego de ver que la víctima está empuñando un arma de fuego apuntada hacia ellos? Considerando los que continuaron el ataque: ¿Qué porcentaje sigue el ataque incluso luego de escuchar los disparos? Considerando los que continuaron el ataque luego de escuchar los disparos: ¿Qué porcentaje puede continuar el ataque incluso luego de haber recibido disparos? Este porcentaje eventualmente llega a cero o muy cercano a cero. Estableciendo un paralelo con el mundo digital, Bitcoin opera como un mecanismo de defensa descentralizado contra los excesos e inoperancias estatales, como así también nos protege de atacantes privados. Mientras tanto, en el mundo físico, las armas de fuego, individualmente utilizadas, brindan una defensa tangible e inmediata contra amenazas físicas. Bitcoin protege la soberanía financiera individual a través de su naturaleza descentralizada mientras que la descentralizada portación de armas permite a las personas la protección de su integridad y espacio físico. Bitcoin sirve para protegerse de todo tipo de ataques contra la riqueza en el mundo digital y la portación de armas de fuego por individuos sirve para protegerse contra la mayoría de los ataques en el espacio físico. Especialmente para casos como saqueos o robos, la inversión en armas de fuego, munición y aprendizaje para el uso seguro de las mismas, es sobradamente eficaz y eficiente. Así como los usuarios de Bitcoin no le andamos pidiendo al Estado que nos defienda de la inflación y los impuestos, los usuarios de armas no necesitan andar pidiendole al Estado que los defienda de los robos por personas físicas. Descargo de responsabilidad: Los puntos de vista y opiniones expresadas en este artículo pertenecen a su autor y no necesariamente reflejan aquellas de CriptoNoticias.