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Bitcoin en el primer mundo: mi (decepcionante) experiencia en Canadá

Bitcoin en el primer mundo: mi (decepcionante) experiencia en Canadá
Una de las cuestiones que me generaba curiosidad antes de llegar por primera vez a Canadá era conocer qué rol tiene Bitcoin en estas tierras. Me alcanzaron algunas semanas para validar mi hipótesis.
En general, la gente en Canadá no está muy al tanto de Bitcoin y las criptomonedas. O al menos la gente con la que me relacioné en los últimos meses. Cuando saco el tema para conversar o les hablo de mi trabajo, suelo recibir preguntas sobre cómo funciona Bitcoin, para qué sirve y por qué es tan famoso en otros países.
Mi viaje tuvo como epicentro a Montreal, una ciudad de casi cuatro millones de habitantes en la provincia de Quebec, al sureste de Canadá. Al tratarse de una urbe tan grande y con una enorme tasa de inmigrantes viviendo en ella, imaginé que las criptomonedas podían ser un vehículo popular para envíos de dinero internacionales y pagos.
Por el inmenso afluente turístico de Montreal, también pensé que me encontraría con varias casas de cambio que acepten criptomonedas. O incluso pensaba que, en algún que otro negocio, podría pagar directamente con bitcoin (BTC), o al menos stablecoins. Pero no fue así. Las posibles explicaciones para esto aparecen sin necesidad de pensar demasiado. Primero, el dólar canadiense es una moneda bastante sólida, que ha mantenido relativamente su valor desde 2013. Los canadienses confían en su moneda, y no buscan demasiado refugio en otros activos, como solemos hacer en América Latina casi que por instinto de supervivencia. Lo que sí encontré en cantidad fueron cajeros automáticos. Están esparcidos por toda la ciudad en kioscos, casas de cambio y hasta en el rincón más recóndito de un bar (“Piranha”) céntrico, pero con un ambiente un tanto sombrío. Todos permitían comprar bitcoin, ether y otras criptomonedas, pero en ninguno se podía vender a cambio de dinero en efectivo. Por otro lado, algo que me sorprendió: el sistema de pagos digitales está expandido casi a la totalidad de los locales comerciales. Montreal es una ciudad con numerosos festivales de todo tipo que tienen lugar en verano, cuando las temperaturas lo permiten. Visité varios de ellos, y en absolutamente todos pude pagar entrada, comida y cualquier otra compra con tarjeta. Incluso las propinas están digitalizadas. Y lo que me pareció destacable es que jamás otra persona tomó mi tarjeta, sino que siempre fui yo quien manipuló el dispositivo para hacer el pago. Siguiendo con mi “experimento” de usar bitcoin para la vida cotidiana en Canadá, pude cargar saldo en ciertas aplicaciones de transporte, pedidos de comida y entretenimiento a través de Bitrefill. Asimismo, usé mi cuenta en varias fintech de Argentina para usar mi saldo en criptomonedas en ellas a través de tarjetas prepagas. La sorpresa más grata la encontré caminando por el casco histórico de la ciudad. A metros de la Basílica de Notre Dame, un punto histórico cerca del Old Port, una casa de cambio exhibe un cartel con una leyenda que para mí fue casi un oasis en el desierto: “Intercambio de monedas digitales y extranjeras”. Los logos eran inconfundibles: bitcoin, ether (ETH), Tether (USDT). Adentro, mi sorpresa se profundizó. Encontré folletos que cuentan sobre el funcionamiento de Bitcoin, las diferentes wallets y sus principales funciones y tarjetas con otros datos adicionales. Y no solo eso, también había merchandising: gorras, llaveros y hasta libros, con títulos que van desde el prestigioso “Bitcoin Standard” a otra decena de libros menos conocidos. Hice la prueba y la experiencia fue positiva. Intercambié stablecoins (pagando una comisión un poco alta en Ethereum) y bitcoin. Lamentablemente, no aceptaban envíos con la red Lightning, un consejo que me permití dejarles para que consideren a futuro. La sensación que me queda de todo lo narrado es que los canadienses no tienen nada en contra de Bitcoin, ni mucho menos. Simplemente, no lo necesitan. Al menos esto es así para la gente “de a pie”. Desde luego, habrá entusiastas de la tecnología e inversionistas que compran criptomonedas para intentar ganar dinero. Pero no tienen la necesidad de ahorrar o hacer envíos o pagos con ellas, porque tienen métodos más arraigados en su idiosincrasia y que, para ser sinceros, funcionan bastante bien a pesar de las desventajas de ser centralizados, censurables y basarse en dinero emitido por los Estados, que todos sabemos que vale cada día menos. De hecho, Canadá tiene un ejemplo histórico: la huelga de transportistas en 2022, en la que los participantes recibían donaciones en bitcoin que la plataforma GoFundMe no podía bloquear, cuando así lo demandaba el gobierno. Yo planté mi semilla de todos modos: les expliqué con paciencia por qué en nuestros lares se usan tanto y qué beneficios nos brindan. Al fin y al cabo, como vienen las cosas en todo el mundo, puede ser que necesiten saberlo más temprano que tarde. Descargo de responsabilidad: Los puntos de vista y opiniones expresadas en este artículo pertenecen a su autor y no necesariamente reflejan aquellas de CriptoNoticias.