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Las "locuras" de Bielsa

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- Un día llegaron los jugadores del Leeds de Inglaterra a entrenar y, en lugar de pelotas, el entrenador Marcelo Bielsa les dio bolsas de basura. Su ejercicio del día sería levantar residuos en los alrededores y dentro del complejo de entrenamiento. Los jugadores se miraban incrédulos, miraban a Bielsa y a sus asistentes. Hasta que comprobaron que la orden era en serio, no era una broma.
Después de aproximadamente una hora de trabajo, los futbolistas regresaron con las bolsas llenas con unos 13 kg de residuos, los volvió a juntar y decidió darles una lección. Les dijo que lo que habían hecho no era ni más ni menos que lo que hacía mucha gente con el fin de poder pagar una entrada para verlos el domingo en su estadio.
Hicieron un cálculo rápido entre las horas que debe trabajar un empleado para poder pagar la entrada de cada partido y era más o menos lo que habían destinado a juntar la basura. “Así que le debíamos un respeto a esa gente y por eso teníamos que dar el máximo en el terreno de juego por aquellos que nos apoyan y nos animan, porque a ellos les cuesta mucho esfuerzo de su bolsillo ir a vernos”. La anécdota la contó el futbolista español Pablo Hernández, quien jugó bajo su mando en el Leeds y su extraductor, Salim Lamrani, en el libro “Marcelo Bielsa: The Foundation of Success at Leeds United”.
La carrera de Bielsa está repleta de anécdotas, frases célebres e historias. Su figura como entrenador excede lo meramente deportivo. Su aura lo acompaña a donde vaya. Por eso, tal vez, lo llaman “el loco”. Porque no deja de sorprender. El pseudónimo se lo ganó en su Rosario natal, donde dirigió Newell´s Old Boys, equipo al que llevó a la final de la Libertadores a comienzos de los años 90. Pero, por esos días, las cosas no iban bien. Su cuadro había perdido 6-0 contra San Lorenzo, y un grupo de las llamadas “barras bravas” fueron a su casa a exigirle resultados: en jerga rioplatense “a apretarlo”. Bielsa salió a verlos, pero no solo: lo hizo con una granada en la mano y amenazó con sacar el seguro si no se iban. Y se fueron. Luego se encarriló, ganó el campeonato, y hoy esa barra lo idolatra tanto que el estadio del equipo lleva su nombre. Después de Newell´s Old Boys, dirigió -entre otros- al Espanyol de Barcelona, club al que renunció a los tres partidos para dirigir a la selección de su país: Argentina. La hizo arrollar a sus rivales y clasificar primera y con varias fechas de antelación al Mundial Corea del Sur-Japón en 2002. Sin embargo, en ese mundial vivió uno de sus peores fracasos, al quedar eliminado en la primera fase. Pese a eso, siguió al mando del combinado argentino, y poco después logró el oro olímpico en fútbol por primera vez en la historia de ese país. Luego llegó la selección chilena, a la que clasificó al Mundial 2010 y transformó en un equipo ofensivo y ganador. Se lo considera el “padre” de la generación dorada chilena. Luego volvió a Europa, donde, pese a que tuvo muchas ofertas de las instituciones más poderosas, siempre prefirió dirigir a clubes en construcción, como el Athletic de Bilbao, el Marsella francés, fugazmente el Lazio italiano, el Lille francés y el Leeds inglés, donde ganó la Championship de 2019-2020. No ha ganado demasiados títulos, pero sí una reputación de entrenador ofensivo, obsesivo, ético, metódico, motivador, detallista e inspirador, que tuvo entre sus discípulos o admiradores a exfutbolistas de sus equipos, como Mauricio Pochettino y Diego Simeone, o rivales como Pep Guardiola. Sobre él dijo Guardiola: “La gente dice que no gana títulos. Claro. Denle un grande como el Manchester City y veréis cómo gana trofeos”. Y también: “Los equipos de Bielsa siempre son mejores de lo que eran antes. Ganar títulos te ayuda a seguir teniendo trabajo en el equipo la siguiente temporada. Pero al final de la vida, por lo que uno es recordado no es por los títulos que ganó sino por las memorias que deja y si ha enseñado algo o no”. Y sobre él dijo Jorge Valdano: “Primero soy su admirador y luego su amigo. Bielsa es el personaje más interesante que me he encontrado y conocido en mi vida futbolística y eso está muy encima de cualquier resultado. Siempre lo he admirado por encima de cualquier otro. ¿Por qué lo admiro? Porque es una persona inteligente, de una personalidad volcánica. Pero sobre todo resulta admirable su obsesión ética. Desde ahí se hace un personaje que cualquiera que lo conoce lo convierte en inolvidable. Tiene la fuerza de la credibilidad. La única locura que le reconozco es el exceso de virtudes”. Pese a esos elogios, no parece vivir encerrado en una torre de marfil ni en su ego. Entre sus “locuras” también está la de ser austero respecto a su vida y costumbres: algo raro de encontrar hoy en el mundo del fútbol. Suele vivir sin grandes lujos, ir a comer o tomar café a lugares públicos, comprar en los almacenes del barrio, vivir sin alejarse de la gente. Y en Marsella era famoso por ver los partidos sentado en una heladerita o conservadora. Para incorporarse a la selección uruguaya llegó desde Brasil sin dar aviso, sin ningún gran operativo. Mucho tiempo antes, ya le gustaba visitar Montevideo e instalarse allí durante semanas o meses y era visto a menudo caminando por la rambla. Un día templado de 2015, mientras paseaba, tuvo ganas de ir al baño. Se acercó a un peculiar edificio donde funciona la radio uruguaya Océano FM. Tocó timbre, subió la escalera y le pidió a la recepcionista si lo dejaba pasar al baño, tal vez sin tener muy claro dónde se estaba metiendo. En la emisora estaba al aire uno de los programas de la tarde de más audiencia del momento, cuyos conductores no podían creer a quien habían visto entrar al sanitario. Esperaron a que saliera y entonces le pidieron entrar al estudio para una entrevista, pero este se excusó y les respondió que hacía años que no daba notas. “Discúlpenme, de verdad”, dijo, y agradeció a la recepcionista por haberlo dejado pasar. Hoy ese baño, igual que el Estadio de Newell´s Old Boys, lleva su nombre.