Reseña: "Napoleón" pone a Joaquin Phoenix al frente de la fría epopeya de Ridley Scott
La extensa carrera de Ridley Scott incluye la dirección de grandes películas épicas ("Gladiator") y no tan buenas ("Kingdom of Heaven", "The Last Duel"), y "Napoleón" aterriza en algún punto entre ambos extremos. Se trata de una versión sólida y arrolladora de la vida del líder francés, devastada por la guerra, que resulta demasiado plana entre las secuencias de acción —un adorno brillante con un núcleo hueco— a pesar de los mejores esfuerzos de Joaquin Phoenix y Vanessa Kirby.
Aunque la película es larga, la duración es solo aproximadamente la mitad que la del clásico mudo de cinco horas y media del mismo nombre, lo que ofrece una idea de cuánta historia de Napoleón hay para contar.
Sentado detrás de Joaquin Phoenix —quien sobresale en personajes espeluznantes y excéntricos; ninguno más que su versión de "Joker"—, Scott ha encontrado un candidato aparentemente ideal para interpretar al Pequeño Cabo, cuya temible destreza estratégica en el campo de batalla le llevó a ascender a la presidencia en el turbulento final del siglo XVIII, convirtiéndose en emperador de Francia en 1804.